miércoles, 10 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

El tren

El tren reposa en la Alameda.
El horizonte naufraga en el vaso de luz que lo contiene
y cada tarde tenemos que trazar nuevamente los caminos,
volver a poner las vías, reforzar los cruceros.
La estación del ferrocarril permanece callada
en algún lugar de la memoria.
Nada se mueve,
sólo la locomotora que navega sin ancla
sobre los siete desiertos que le aguardan.

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