miércoles, 8 de octubre de 2008

Mariposas negras

Mariposas negras

Es tarde.
Los minutos vuelan como mariposas negras en septiembre.
Ocurren los fantasmas y los unicornios.
Ocurre un poema vulgar en plena tarde,
justo cuando las palabras suenan como ruido gutural y sin sentido,
justo cuando la poesía es asunto de sabios, eruditos y poetas,
en el preciso momento en que la luz se pierde y sólo queda un
¡CARAJO!
Perdido en el silencio.

martes, 7 de octubre de 2008

Mis muertos

Debo confesar que no visito a mis muertos.
Tal vez porque sé, en lo íntimo, que me acompañan siempre.
Están en mis uñas y en mis sueños,
en los minutos que me guardo en el bolsillo.
Pesan tanto, a pesar de ser sutiles sombras,
que me hacen caminar con lentitud, sobre todo en las tardes.

No, jamás he visitado a los que ya se fueron,
ni al tío Carlos, a mi abuela o a mi madre.
No les llevo flores a la tumba
ni dulces en el mes de noviembre.

No los visito y eso me apena,
pero cada noche, a la luz de la lámpara,
los veo llegar,
ellos dibujan extraños mapas con lunares en mis manos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Crónicas inútiles

San Luis Potosí

San Luis Potosí:
chispa en el desierto,
flor de peyote.

Un espejismo,
la ciudad se deshace,
vuelven las dunas.

Ruedan los cardos,
dibujan otra ciudad
sobre las sombras.

En la cantera,
las mariposas negras
sueñan arena.

Llena de ruinas
la ciudad tiene siglos
con sus fantasmas.

Gotas de agua
brillan entre los cactos:
flores rosadas.

Vieja la ciudad,
en la memoria un tren
y un pordiosero.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Crónicas inútiles

Prometeo

Toda la peregrinación inicia
a tres pasos y medio de la casa,
justo donde crece un limonero,
donde cuatro crisálidas albergan
el ensueño de un dragón no nato.
De allí parto, todas las mañanas,
con un inútil mapa en el bolsillo,
en busca de la llama que me salve.
No sé qué busco, pero nada encuentro.
No descubro la ruta de Santiago,
la señal que me saque del desierto.
Vago siempre sin cruzar el umbral
de la vivienda que me tiene preso.
Imagino una malla de puertas,
una red de arañas traicioneras,
un mar de arena y un naufragio.
Estoy atado entre dos espejos,
un enjambre de moscas me devora.
Imagino que soy un Prometeo
y robo el fuego al basilisco,
corto las mil cabezas de la hidra,
y a pesar de todos mis esfuerzos
estoy atado con el vientre expuesto,
el tiempo me devora las entrañas.