martes, 17 de agosto de 2010

Perdón

Perdón

Debo pedir perdón, no tengo duda, porque nací con la marca del diablo en la pupila;
porque leí dos o tres libros prohibidos a escondidas;
porque caminé por las calles y oficinas con el corazón herido;
porque me dan miedo los soldados y odio con todo mi ser a sus fusiles;
por desearle un poco de pobreza a cada rico;
porque corté una rosa que apenas florecía;
porque comí de más un pan que otro necesita;
porque tuve una guitarra que se quedó sin cuerdas y arrumbada;

pido también perdón porque soy débil y por envidiar un poco a los que son amados;
porque me salí de la iglesia cuando el oficiante nos mostró su copa de oro;
porque soy cobarde y temo al desamor, al abandono y a la muerte;
porque vi morir un pájaro y no hice nada por salvarlo;
porque desconfío del que no peca y guardo un poco de rencor al moralista;
porque avaro atesoré palabras y no pude darles su lugar exacto en el poema;
porque no pude llorar cuando la muerte visitó mi casa
ni cuando estaba solo y sin amor en la tormenta;

Debo pedir perdón por tantas cosas, como las negras heridas del mar,
la basura que asfixia las ciudades y la fatal agonía de los desiertos;
porque comí naranjas y jamás tuve cuidado de regresar las semillas a la tierra;
porque nunca me eché junto a mi perro a contemplar el paso de las horas.
Sí, pediré perdón porque no supe amar lo suficiente;
porque cada vez hay menos unicornios, salamandras y dragones;
porque veo cómo cunden los incendios y el poder llena sus arcas con cadáveres;
por todo esto y más, debo pedir perdón por el silencio.