jueves, 27 de diciembre de 2007

Regreso

Algunas tardes te sugiero historias, efímeras imágenes que dibuja la luz en la hoja blanquísima del aire. Cada escena encierra un drama íntimo, una desgarradura dolorosa que se pierde como una brizna de polvo en la tormenta. Así, te cuento el caso de un individuo que pretendía regresar sobre sus pasos, quería desandar puntualmente su camino. Lo intentó varias veces, pero perdía las marcas y enredaba las rutas, una y otra vez terminó en lugares desconocidos a los que no quería llegar. Para lograr su objetivo adquirió los implementos que, según él, eran necesarios para reconocer sus propias huellas: un teodolito, varias lupas, una lámpara, brújula, un sextante, lápiz y papel para trazar los mapas. Todos lo vimos recorrer las calles de la ciudad en busca de las marcas que dejaron sus zapatos, medía con cuidado las huellas, comprobaba la profundidad para ver si concordaba con su peso. Durante un buen rato contemplaba las marcas, y después su suela, otra vez la marca y otra vez la suela, medía también la distancia de los pasos. Después de varios años de tan minuciosa labor logró dibujar el mapa de todos los caminos recorridos. Preparó entonces lo necesario para el viaje y emprendió su camino de regreso. Nadie lo volvió a ver, pero si sales a recorrer las calles de la ciudad, en otoño, podrás ver, seguramente, un sinfín de huellas que se borran.

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