miércoles, 19 de diciembre de 2007

Viejo

Han pasado muchos años, casi setenta. Hoy me cuesta más trabajo recorrer el centro de la ciudad con mi canasta. Mis pasos, por causa de la debilidad y el abandono, son más cortos y más lentos. Hoy perdí un dolor, se me salió de la bolsa sin que me diera cuenta. A estas alturas he perdido tantos que dedico días enteros a buscarlos, observo cada rincón y cada grieta; levanto los tapetes y las piedras; reviso la parte superior de los roperos; abro libros al azar para ver si los encuentro entre las hojas; acecho a veces desde una ventana, para ver si sorprendo un dolor oculto entre las horas. Y es que sé, de alguna forma, que los dolores son la soldadura, el nudo de la extraña red que tejo con mis pasos. No soy estoico desde luego, no me gusta sufrir, pero no encuentro manera mejor de prepararme para recibir a la catástrofe. Así, abandono cada mañana la sombra del hogar y me instalo aquí, en una banca de la plaza de armas, veo pasar el día y caminantes y palomas. Intercambio dulces y semillas por monedas, y espero el dolor, uno de los míos que ya regresa, o uno extraño, el nuevo, el definitivo, el que me abra la puerta que conduce al camino sin regreso.

1 comentario:

aacom dijo...

PROFF!!! NO ENCUENTRO EL PDF Q NOS DIJO... =( PUEDE POSTEARLO DE NUEVO O PONER LA DIRECCION EXACTA??

MIL GRAX!!