miércoles, 2 de mayo de 2007

Tigre


El tigre es una mancha de la noche en el rostro del día.

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Algunas tardes, en la Plaza de Armas, saltan los tigres que dibuja el sol en la cantera. Acechan en silencio tras la sombra con un trozo de mar en las pupilas.

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El tigre del poder observa la mirada inmóvil de la paloma herida y en el instante fugaz de un parpadeo se consuma el sacrificio. Una víctima más. Otro cadáver para el insaciable cementerio de la vida. Otro minuto y otra historia que se borran.

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Todos sabemos sin lugar a dudas que los tigres no habitan en la monótona planicie del desierto. Ellos viven en la zona más recóndita del ojo; en el filo de la espada y en el plomo.


Los tigres son inventos del poder que los construye.

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Te cuento del tigre y sus andanzas porque lo he visto merodear en el jardín y las alcobas, y dormir junto a mí como un gato inofensivo. Lo veo también cuando acecha desde la inevitable crueldad de las monedas, y cuando la sed arrecia.

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Dicen los gobernantes que los tigres no existen, pero sus víctimas se cuentan por millares y todos llevamos en la piel la huella del zarpazo.

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Nada es más difícil y peligroso que cazar un tigre durante los minutos iniciales de un eclipse.

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Hay un tigre oculto en un poema, prisionero de las palabras que construyen su celda. Tengo miedo de que algún día, por un brevísimo descuido, salga del poema y me devore.

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El tigre es una mancha del día sobre la cara impenetrable de la noche.

3 comentarios:

Alfredo Carrera dijo...

Por alguna razon conosco su nombre y ahora puede contar con otro lector, ojalá, aprovechando, pudiera decirme cuál es el blog de Alejandro Aura.

saludo

Norberto dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Norberto dijo...

Alfredo, gracias por su comentario, espero no defraudarlo. El blog de Alejandro Aura es:
http://alejandroaura.blogspot.com
Gracias