lunes, 30 de abril de 2007

30 de abril

Resulta que, con esto de los blogs, estoy hecho bolas, todavía no encuentro el hilo. A estas alturas ya tengo cinco blogs, cuatro con distintos libros y éste, en el que por ahora cuento intrascendencias. Los libros publicados son: El universo en un sombrero; Introducción a la teoría y práctica del discurso; Los disfraces del dragón y Cicatrices y cenizas. no entro diario a mi(s) blogs. Tampoco sé si recibo comentarios o son prácticamente inéditos, pero en fín, mientras los hago me divierto y ahora empiezo una serie de comentarios que tal vez resulten inútiles, pero que darán cuenta de mis días. Esto lo hago por seguir el ejemplo de Alejandro Aura que diariamente publica un comentario y un poema en su blog.

2 comentarios:

marco_serna dijo...
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marco_serna dijo...

Maestro, creo que ud al igual que nosotros sus alumnos, fue pupilo de verdaderos personajes, los cuales merecen un verdadero homenaje. Saludos!

La mayoría de los viajes que hace mi mente hacia el pasado, terminan dando una vuelta por Cerritos. Pensando varias noches en los recuerdos de juventud, emergió de repente una incógnita de cómo pagar la deuda de gratitud por las enseñanzas de mí maestro. A él, lo recuerdo siempre así, golpeteado por la vida, enfrentando éxitos y fracasos como tales, sin tiempo para morirse y lleno de ganas de seguir educando, con una energía que el tiempo no ha podido derrumbar a pesar de sus años y de la soledad que lo acompaña. Aún antes de tomar la decisión de tomar un descanso para reacomodar el horizonte que pueda depararme el futuro, le consulté y el fue quien animó a mi ser para tomar la iniciativa de recapacitar lentamente sobre mis deslices por medio de un decente análisis de conciencia. Su influencia benefactora, pulimenta siempre el desamparo cuando le visito y me lleva de la mano por los laberintos de la filosofía, concluyendo siempre en cuestiones de libertad y lucha social para conservar nuestras raíces, anteponiendo los principios de nuestra independencia y los valores que tenemos en esencia como pueblo marginado. Con similitud a un acto de justicia poética, pensé en organizar un merecido homenaje para resaltar su labor incansable de dar sin esperar nada a cambio, influyendo siempre en el pensamiento de diversas generaciones de éxito. Sin embargo, los comentarios que le hice al respecto, no van con sus exigencias. En ocasiones, he tratado de recompensarlo con algún aperitivo, un libro, un detalle sencillo, pero conseguí lo mismo. Un vacío moral que no se llena con la materialidad más exquisita. La inversión de prestigios de los que desdichadamente hemos sufrido como Cerritenses, tiene que servir para llamar la atención hacia la carrera que el escogió y de la que se siente orgulloso, llegué a pensar. Sus finas y auténticas charlas, han auxiliado a transformar mi mundo de afectos privados a uno de afectos sociales, convirtiéndome, al igual que mis compañeros, en ciudadanos que en la actualidad podemos gozar de algunas normas compartidas. Ahora, que la responsabilidad desespera mis actos cabales, me invade el desaliento ante el futuro incierto y el agotamiento de lo por venir. Es cuando sigo pensando que no ha sido suficiente el tratar de llenarle de presentes, para equiparar la esperanza que aún siembra en mí. Acudo, a veces en vano, a contagiarme de vasos de humildad que llenen mi cansancio, de la misma manera en que vuelve a enseñar los conceptos básicos de su materia en cada generación sin ser atosigado por la monotonía que suele ser la causa de mí desatino. La última vez, le recuerdo con una tos desesperante y traicionera que no impide que me invite a saborear un platillo hecho de acuerdo a lo dictado por sus artes culinarias, acompañado de un sabor incomparable, y hablando de política nacional, tratando de sembrar la semilla del cambio en gente joven que trata de ser liberada de las concepciones mochas del pensamiento municipal. Juntos, recordamos el Cerritos de antaño, lleno de historias inéditas que superan cualquier fantasía contemporánea del cine gringo, personajes olvidados, y dichos populares que se convierten en una ciencia que invita a repasar lo que cada vez se esfuma con el manto del tiempo. “Vuelve cuando puedas querido amigo” me dijo al despedirnos. En el camino oscuro, paralelo a su vivienda que cobijaba el horario nocturno de un domingo Cerril, seguí pensando en ese merecido homenaje que se merece una persona de tal magnitud. Y no fue hasta hoy que entendí lo que significa para el maestro tal hazaña. Esa, precisamente, de visitarlo en vida cuando me dé un tiempo para ello. Ese es el merecido homenaje que le rindo y del cual formamos parte cada vez que nos sentamos en la mesa redonda. En un rincón de Cerritos, sin público, sin ovación, sin altavoces o dirigentes de ceremonia. Únicamente con el corazón lleno de esperanza.