El sueño de Dios
Puedo decir, creo, que son tristes los domingos, tal vez porque descansa Dios y se hacen más densas las costras de silencio. Cada domingo encierra una historia trágica: el derrumbe de una taza ya vieja; la inevitable muerte del gorgojo en la despensa; la desolación de la sequía que ataca las macetas; un rayo de sol que se marchita. Te narro la historia de un domingo porque, cuenta la leyenda, el mundo se acabará en domingo, cuando descanse Dios y tenga pesadillas.
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