Nací otra vez a la mitad de la mañana,
lejos del mar y sus encantos,
lejos también de la selva misteriosa.
He nacido tantas veces que son incontables las grietas
y las ruinas que dejo atrás al declinar el día.
Dejo las historias y los dramas.
Abandono el amanecer y su esperanza.
Y otra vez abrí los ojos en esta ciudad
que es como una interminable laguna de silencio,
en donde apenas se oye de manera ocasional el trino de las aves,
y el imperceptible golpeteo del polvo que nos cubre.
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