sábado, 3 de abril de 2010

Trampas

No cabe duda que todos los días me afano por fabricar las trampas más sofisticadas. Las elaboro de todos los materiales. Pongo en ellas todo el ingenio de que soy capaz. Cavo profundos hoyos en la tierra, los cubro con cuidado y luego pongo encima los señuelos más atractivos y seguros. Escondo tales artefactos en lugares insospechados y también en los más obvios. Trato de que no parezcan trampas. Las hago como pequeños oasis atractivos y seductores. Durante mucho tiempo anduve con un puñado de certezas en el bolso: pensé que conocía el lugar exacto del arribo; que podría someter el timón a mi designio; que mi paso sería firme en el pantano. Pero ahora sé que a duras penas soy un pájaro de barro en una jaula que fabriqué yo mismo.