miércoles, 23 de septiembre de 2009

El mar III

Martín se apostó frente al mar, armado con una libreta y una pluma, para escribir un poema que tuviera la consistencia de las olas. Lo primero que le llamó la atención fue el sol que parecía una enorme araña que tejía el manto azul del mar con hilos finísimos de espuma. Mientras trataba de capturar las palabras necesarias recordó el desierto, las ramas secas que arrastra el viento por las calles, el silbo del aire que golpea en las rocas calientes, también recordó a los caminantes que miraban al cielo en espera de la lluvia y la inefable belleza de un cacto que florea. Martín vio, a la distancia, cómo el sol pintaba de amarillo el mar. El grito de una gaviota lo trajo de nuevo a su lugar y se dispuso a escribir su marino poema. El ruido del mar es distinto del pesado silencio del desierto, uno camina por la playa y parece que trae la concha de un caracol atorada en la oreja. Molesto ya porque no podía concentrarse en el mar trató de fijar su mirada en las velas de un barco que surcaba el horizonte, en las negras y borrosas manchas de unos delfines a lo lejos, en las rocas que dibujaban su silueta contra el cielo y que, probablemente, estarían pobladas por sirenas. Martín pensó que las sirenas del mar eran mitad mujer y mitad pez, mientras que las del desierto son mitad mujer y mitad ave, las del mar te seducen con su canto, las del desierto con el agua vivificante de sus lágrimas. Cansado ya Martín, e incapaz de redactar un poema frente al mar, trató de recordar viejas historias y otros poemas, El cementerio marino, por ejemplo. Abrió por fin su libreta y anotó con su letra zigzagueante: “El mar es una incógnita terrible porque se alimenta de naufragios y aguarda con paciencia las zozobras.” Martín leyó con cuidado lo que había escrito. No le gustó. Le pareció demasiado dramático. Pensó que sobre el mar no se podrían escribir poemas, así que arrancó la hoja, confeccionó un barquito de papel y lo puso sobre la cresta de una ola para que se fuera mar adentro y naufragara.