martes, 18 de noviembre de 2008

Mariposas negras

Mis muertos

Debo confesar que no visito a mis muertos.
Tal vez porque sé, en lo íntimo, que me acompañan siempre.
Están en mis uñas y en mis sueños,
en los minutos que me guardo en el bolsillo.
Pesan tanto, a pesar de ser sutiles sombras,
que me hacen caminar con lentitud, sobre todo en las tardes.

No, jamás he visitado a los que ya se fueron,
ni al tío Carlos, a mi abuela o a mi madre.
No les llevo flores a la tumba
ni dulces en el mes de noviembre.

No los visito y eso me apena,
pero cada noche, a la luz de la lámpara,
los veo llegar,
ellos dibujan extraños mapas con lunares en mis manos.