martes, 30 de septiembre de 2008

lunes, 29 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Cardenal

Dos veces se me ha detenido el corazón sin que lo note,
sólo las agujas del dolor delatan mis muertes anteriores.
Desde entonces busco un cardenal que se salió del bosque
y se posa, desorientado, en los cables de luz y en las antenas.
Se trata, sin duda, de un ave que habita en el exilio,
prisionera de una ciudad que la refleja en cada vidrio,
en el filo de metal de los cuchillos,
en cada ventanal con el que choca durante su vuelo errante.
Cualquiera puede darse cuenta de que ese cardenal no es otra cosa
que mi corazón huido, que busca, sin poder evitarlo,
la tumba de mi pecho que lo aguarda.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

El perro duerme

Es la ciudad la única que puede aceptar al cínico
quien a su vez le da ostentosamente la espalda.
Peter Sloterdijk

Dolor y llanto,
estalla una guerra.
El perro gruñe.

Risas y Risas,
los jardines florecen.
El perro duerme.

Prenden las luces
los centros comerciales.
El perro come.

Llueven discursos,
Los políticos ladran
El perro orina.

Las cosas pasan.
La ciudad busca sueños.
El perro ladra.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Tres momentos II

1
El sol dibuja
extrañísimos mapas
sobre los muros.

2
Un beso llega
cuando la tarde duerme,
la flor se abre.

3
Brillan estrellas,
algún idiota prende
una cerilla.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Las palabras

Arranqué muchas palabras de mis viejas libretas
y las arrojé a la calle para ver si puedo dar
un nombre nuevo a la basura.

La ciudad se llenó de palabras que volaron,
arrastradas por el viento,
más allá de las cadenas y las jaulas,
más allá de la tortura fatal de la sintaxis.

La ciudad ya no existe, sólo las palabras que la nombran
y un discurso absurdo que derrumba los muros
y convierte las calles en un sangriento campo de batalla

lunes, 22 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

La tarde

La tarde creció lentamente a partir de los espejos
y la realidad se convirtió en una caverna
en donde los seres son sombras chinescas
que se mueven sobre muros.
Sólo una parvada de pájaros negros
grazna en el cielo que se rompe
y cae a pedazos sobre los jardines,
las calles y las azoteas.
Esta tarde el universo
es un silencio enorme que se expande,
un sinfín de partículas de tinta,
un libro interminable y sin sentido,
una tumba que aguarda la llegada del próximo cadáver.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

El gato de Schrödinger

Algo dicen las esquirlas del aire que se rompe,
algo la lejanísima voz de una ola en el desierto.
Algo dicen las campanas
en la soledad terrible de la ciudad que duerme.

Cada nueva voz, cada murmullo,
enriquecen la inefable grandeza del silencio.

Nada puedes decir que supere la fuerza
de una cuerda que vibra
en el profundo abismo de una lágrima;
nada que sea más dramático
que un gato que vive y muere al mismo tiempo,
mientras ve pasar las horas
en el ingenioso mecanismo de una trampa;
nada que sea más importante
que una brizna de polvo en la cornisa.

Sin embargo,
tal vez algo pueda conmover a Dios por un instante:
un grito de indignación por tanto dolor y tanta muerte.
Sólo se requiere de un ligero descuido, un parpadeo,
Un segundo de duda en Dios,
para que el gato pueda destrabar la trampa.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Marcha triunfal

Miro cada tarde,
cuando la luz ensombrece los espejos,
la marcha triunfal de los relojes,
cada uno guarda en su seno una catástrofe,
cada uno contiene otro Apocalipsis.
Pero a pesar de todo recorremos, ciegos,
las calles de una ciudad en ruinas,
y creemos que el mundo seguirá por siempre
con una fiesta de globos en abril.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Arca

En esta ciudad tejemos las veredas
con los sutiles hilos del silencio.
Fabricamos universos que se rompen
y tenemos que aprender a vivir entre las ruinas.

Nada pasa en esta matriz de arena,
sólo unos cuantos incendios
y dos o tres tormentas
que presagian un diluvio nuevo.

La ciudad es el arca de Noé, reconstruida,
que alberga una pareja por especie:
dos lobos, dos asaltantes,
dos ratas, dos suicidas,
dos cucarachas, dos gobernantes,
dos moscas, dos políticos,
dos frailes y un par de canarios que se mueren
porque han perdido la dulzura de su canto

martes, 16 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

El diablo

Es marzo. El viento anuncia la presencia del diablo con el brillo que despiden los cuchillos y la pólvora. Adivino la luz que dibuja salamandras en los vidrios. No me queda más remedio que vigilar los erráticos pasos del escriba. Él piensa que se le borran las palabras y con ellas los muros, las iglesias, los palacios. El mundo se desgaja como una torre de naipes tocada por el aire. Entonces el escriba, en un intento por detener el derrumbe, traza mapas con los postes, las ventanas, las piedras que levanta del camino, los objetos que oculta la basura. Él escribe a la ciudad con la tinta del miedo. Anda su vida rutinaria del escritorio a la mesa y de pronto se le pierden las rutas, no sabe cómo llegar a la cocina y a la sala, el patio se le transforma en un desierto enorme. Camina claudicante con una colección de dolores en el bolso, le duele por ejemplo: la bala que dejó una huella de sangre en el paisaje; el poder y las monedas; también el corazón y los riñones. Le duele la realidad y la vida de tal manera que sólo se declara capaz de redactar las instrucciones para encontrar la tumba que pondrá fin a su vagancia. Me da la impresión, sin embargo, de que con la tormenta y el desastre el escriba lo ha perdido todo, hasta las instrucciones y la tumba, y terminará sus días como un barco sin timón, a la deriva.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Invierno

Es invierno y aguardo las llegada fatal de las tormentas.
Sé que vendrán el viento y las palomas,
y alguna brisa que borrará la pólvora.
Persiste la guerra y sus demonios.
Los que pueden abandonan las ciudades,
el resto nos quedamos a morir en las trincheras.
Mientras tanto,
un rayo de luna libera mariposas de los vidrios
y los niños juegan a las canicas
con las balas que no dieron en el blanco.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Tres momentos I

1
El cielo mira
con sus brillantes ojos
la noche quieta.

2
En el desierto
los insólitos cisnes
buscan estrellas.

3
Saltan los peces,
un lago de palabras
los tiene presos.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Tigre

El tigre es una mancha de la noche en el rostro del día.

Algunas tardes, en la Plaza de Armas,
saltan los tigres que dibuja el sol en la cantera.
Acechan en silencio tras la sombra
con un trozo de mar en las pupilas.

El tigre del poder observa la mirada inmóvil de la paloma herida
y en el instante fugaz de un parpadeo se consuma el sacrificio.
Una víctima más.
Otro cadáver para el insaciable cementerio de la vida.
Otro minuto y otra historia que se borran.

Todos sabemos sin lugar a dudas
que los tigres no habitan en la monótona planicie del desierto.
Ellos viven en la zona más recóndita del ojo;
en el filo de la espada y en el plomo.

Los tigres son inventos del poder que los construye.
Te cuento del tigre y sus andanzas
porque lo he visto merodear en el jardín y las alcobas,
y dormir junto a mí como un gato inofensivo.
Lo veo también cuando acecha
desde la inevitable crueldad de las monedas, y cuando la sed arrecia.

Dicen los gobernantes que los tigres no existen,
pero sus víctimas se cuentan por millares
y todos llevamos en la piel la huella del zarpazo.
Nada es más difícil y peligroso que cazar un tigre
durante los minutos iniciales de un eclipse.

Hay un tigre oculto en un poema,
prisionero de las palabras que construyen su celda.
Tengo miedo de que algún día, por un brevísimo descuido,
salga del poema y me devore.

El tigre es una mancha del día sobre la cara impenetrable de la noche.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

El tren

El tren reposa en la Alameda.
El horizonte naufraga en el vaso de luz que lo contiene
y cada tarde tenemos que trazar nuevamente los caminos,
volver a poner las vías, reforzar los cruceros.
La estación del ferrocarril permanece callada
en algún lugar de la memoria.
Nada se mueve,
sólo la locomotora que navega sin ancla
sobre los siete desiertos que le aguardan.

martes, 9 de septiembre de 2008

Crónicas inútiles

Viento

No había mejor manera de comenzar febrero
que con una cabalgata de vientos desbocados.
El aire borró la escritura que grabamos en la arena.
Los árboles se volvieron pájaros y volaron.
Cayeron paredes, minaretes y pendones.
La ciudad fue sitiada por incipientes huracanes
y no tuvimos más remedio que buscar una trinchera,
un débil escudo contra la ira terrible del desierto.
Después, levanté los escombros y los guardé en mi casa,
coloqué los fragmentos en estantes, en el interior de un vaso,
entre las páginas de un libro, detrás de los relojes.
Tengo la esperanza de que un día
podré meter a toda la ciudad en un capelo
para evitar que los vientos de febrero se la lleven.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 28

Intento un diario para dar cuenta de los baches con que me topo en el camino. Hace ya seis meses que no redacto un texto decoroso. Nada puedo decir que valga más que un grano de silencio. Desconozco las causas de la mudez que me ataca, tal vez el miedo, tal vez el desgaste natural que viene con los años, tal vez tanta palabra que traigo atorada en las venas y temo que un coágulo de tinta detenga mi corazón, como un pabilo que se apaga entre los dedos. He dicho tantas cosas, tantas fueron mis creencias y certezas, que resulta posible la existencia de un extraño punto de retorno. Ahora regresaré sobre mis pasos e iré borrando, uno por uno, mis recuerdos.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 27

Un poema. Sólo quiero un poema. Aspiro a escribir el único poema que revele los misterios ocultos en mi nombre, el que me permita nacer antes de que muera, el que me inscriba en la indestructible superficie del polvo. Toda mi vida he buscado ese poema rascando con mi pluma en las paredes y las piedras; he seguido muchas rutas para encontrar el sitio en que se oculta. Los poemas están en el zumbido persistente de las moscas; en algún lugar desconocido del desierto; en el pliegue de la luz que se disuelve; perdido en el infinito mar de la basura; en las grietas que presagian los derrumbes. También indagué sobre mi propio cuerpo: me levanté la piel para encontrarlo, separé todos mis huesos, dejé al descubierto mi corazón y mis vísceras, quité la delgadísima corteza del cabello, palpé y olí todos mis humores, corté con cuchilla la carne sutil de mis ensueños. De mí no quedó ni la cáscara vacía, y todo porque quiero el maldito poema que no encuentro a pesar del dolor y las heridas. Ya te dije que soy el personaje de mis textos. Pero no te dejes llevar por el engaño, no soy el narrador, soy la tinta, soy un dragón miedoso que se oculta entre renglones, soy un enredijo indescifrable de palabras. Mi pluma dibuja, con hilos finísimos de agua, una telaraña enorme que aprisiona las letras en desorden de mi nombre. Por eso me refiero a mí con iniciales. Soy un hombre que comienza su camino al final de una larga jornada, una sombra entre las sombras, un árbol sin hojas en otoño, una mosca que aspira a ser poema.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 25

Un diario resulta un asunto riesgoso, en él se alojan lo mismo la observación afortunada que un testimonio intrascendente, una reflexión innecesaria y el lugar común. Además existen ya diarios excelentes, redactados por notables pensadores. De tal manera que uno más, dedicado a relatar las aventuras de la arena y el efímero paso de las mariposas en la tarde, sólo sirve para engrosar la fila de los textos condenados al silencio. Sin embargo, es divertido dibujar los mapas que asignan un lugar a las cocinas y al retrato de familia en las paredes, también contar la vida que se consume por quincenas y recorre los escaparates más humildes del mercado. Escribo pues para pasar el tiempo y, tal vez, para encontrar ventanas y algunos puentes. Un diario es, siempre, una novela inconclusa que relata la vida de una brizna de polvo en la tormenta, es un mojón en el camino, una cruz que recuerda una muerte más en el desierto.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 24

Llueve. Te cuento cómo se mueren los segundos, en silencio.
Solamente se van, y dejan una marca de ceniza en la ventana.
Aquí estoy, como todas las tardes,
con el propósito de capturar imágenes y anécdotas
con las que pueda conformar una colección extraña,
inútil como las estampas, las monedas, los sueños, las corbatas.

Escribir un diario resulta una empresa muy riesgosa.
Es, casi seguro, otra forma de caer en el olvido.
Para nada sirve un diario, es una colección arbitraria de rarezas,
un recorrido caprichoso por caminos trillados.

La verdad es que no sé para qué te cuento
las batallas de una mosca contra el vidrio
y el tiritar de la paloma en el alero.
Tal vez sólo quiero dejar un testimonio de mi errancia,
una señal en los objetos que me tocan la mirada,
la crónica de mi lentísima caída en el misterio inefable de la muerte.

martes, 2 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 21

Esta puede ser mi última libreta, el postrer apunte de mi viaje. No cabe duda de que soy el personaje de mis textos y en ellos narro la grisura de mi vida. Nada existe en mí que me distinga, soy un objeto del poder que me controla. No soy un yo, soy todos, y lucho contra las mismas cosas cada día: el hambre, la esperanza, el insomnio y el deseo. No poseo seña particular alguna, ni un extraño lunar, ni un tatuaje. Mi piel es la misma que cubre a los otros, los que aguardan con ansia un poco de trigo y una lluvia. Tampoco tengo gracia que destaque: no canto, no bailo, no recito, no genero esplendentes ideas. Sólo llevo un diario en el que anoto la torpeza de mis pasos y una que otra historia que recojo en el camino. También construyo una imagen con palabras, de vez en cuando, para darle un lugar en el paisaje. Esta es pues una larga historia, de baja intensidad y sin desplantes, en la que apenas puedo dar un testimonio del dragón y la sirena; de la crueldad y los excesos del poder que nos destruye; de los momentos escasos, pero intensos, en que el amor nos florece en los ojos y en las manos. Sí, esta es mi historia que acabará en el silencio, inevitable, de la muerte, pero también la tuya cuando alcanzas a escuchar mi débil voz entre la niebla; y es la historia de un tigre que a los dos nos acecha en la grieta invisible donde nacen las sombras.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Borrar la memoria: diario de febrero

Febrero 18

Escribo con esmero poniendo los acentos en esdrújulas y las comas donde van las comas. Sin embargo, fatalmente, las palabras son las madres del silencio. Nada sólido puedo hacer con los poemas, todo se diluye ante la terquedad del polvo. Sé que sólo existe un gran y único poema, como un río que se bebe sin cesar a sus afluentes, como una red enorme que tejemos todos con la tinta. Así, sólo soy capaz de dibujar el salto efímero de un gato y la muerte fugaz de las falenas. A pesar de todo es necesario mencionar algunas cosas, así, como si nada, sin pensarlo mucho, escupiendo sílabas absurdas, de esas que funcionan como escudo contra las balas del poder que acecha. Decir sin meditarlo, lo repito, dos o tres carajos y alguna extraña geometría. No se trata de reinventar vanguardias, ni de hallar sorprendentes estructuras de la prosa, ni descubrir la llave para entrar al canon. Se trata, eso sí, de soltar algunas cosas que traemos dentro y nos ahogan, de hacer un berrinche monumental en plena calle, antes de que el poder nos asesine, antes de que el desierto nos alcance.